"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho."
sábado, 29 de septiembre de 2012
sábado, 15 de septiembre de 2012
domingo, 9 de septiembre de 2012
Agua oscura [Lezama Lima]
I
La oscuridad desemboca
más allá de su morrión
borra las letras que toca
con aceite y con lazón.
La oscuridad que se invoca
roza mis labios con fuego,
su escritura salta y luego
traza un pavón auroral,
los designios del coral
y los perplejos del juego.
II
Agua tersa va muriendo
en los juncales del río,
el techo del caserío
se inclina y va lamiendo
los entorchados del frío.
Un fulgor y dos a dos,
tejidos como entredós,
sin estorbo y sin sonrisa,
cuando la toronja avisa
una mañana con Dios.
III
Prepara lo contragolpes,
el vino y los borbotones,
el fantasma y los mandobles,
mientras ascienden sillones
impulsados por redobles
que crujen en la pizarra.
El jinete se desgarra
al romperse la campana
en tropel de filigrana
y en badajo que desbarra.
IV
Llegan consejos, suspiros
de un andar de medianoche,
el deslizarse del coche
va soplando los vampiros
que oscurecen el derroche
de un chal y de una lumbre
que cubren la muchedumbre
de astros en sus chirimías.
Tamañas algarabías
y un cielo de podredumbre.
V
Al despertar el confín
media aurora y media granja,
se vislumbraba un sinfín
de un amarillo naranja
donde bailaba un delfín
la ronda de la pasión
de una nueva creación
de playa y de horizonte,
como si creciera el monte
hinchado por la canción.
VI
En el hotel se inmiscuye
el patio con algarrobo
la noche que restituye
un caracol y un lobo,
después la noche concluye
su obertura, lo que queda
en la mañana de seda
brinca como un tornasol.
Guardarropía del sol
con el plumaje de Leda.
VII
Con la vejiga nadante
digo la respiración,
recupera ya el andante,
y no suda en el balcón
sueños de un febricitante
que fulmina un comentario.
Rebrillos del lapidario
en la mañana escondido,
y así entona sumergido
el ojo del lampadario.
VIII
El brillo, el metal, aurora
que vuelve al metal hervor
una hilacha de fulgor
rota al centro por la prora,
el pañuelo, el decidor
en su mejor elegancia,
va diciendo la fragancia.
Es la función del anzuelo,
tirar un pescado al cielo,
llenar de azul la distancia.
IX
Miró al través de una reja
una luz que se bifurca,
por encima de la teja
salta, como una trifulca,
un bulto que no nos deja.
Les disparamos venablos
a los diversos retablos
con figurillas de cera,
un buen olor nos espera,
ya se fueron los mil diablos.
X
Músico sin instrumento
girasol sin rumbo al sol,
terso y plano caracol
caminando contra el viento.
Risotas para un lamento
mueve su cola al revés,
es paradoja tal vez
ver un cielo en la bombilla.
Gracias de la cochinilla
en un pezón al revés.
XI
El patio del corralón
baila tijeras inciertas,
están siempre recubiertas
de un cegato pañolón.
Así en fila, descubiertos
van pasando en extramuros
un desfile de canguros.
Como un atlas de lo informe,
la noche entera deforme
y el rezo de los Dioscuros.
XII
Existe aquí un doblaje,
el tesón del brazo duro
que recurva en el boscaje
como un carrusel maduro,
o la cinta del lenguaje
cuando procura encubrir,
más que todo desdecir
el choque de verbo y aire,
como la pluma al desgaire
hace imposible mentir.
XIII
Canoro y métrico coro
en los puntales del día,
una raya como un oro,
tortuga del mediodía
y un clarinete sonoro;
al lastimarse la quilla,
con la presión la rodilla
cubre seda al calamar,
trenzado al fondo del mar,
peluquín sobre una silla.
XIV
Alrededor de una paila,
un tridente sacamuelas
enreda las entretelas
donde un gnomo vuelve y baila
tijereteando las telas.
Sentado sobre un castaño
aparece cada año
este gnomo y este arquero
tiran sobre un minutero
que a sí mismo se hace daño.
XV
La mentira se rompió,
una parte voló al cielo
y a sí misma se entendió
forjar como un caramelo.
¡Magna interpretación
a la altura del balcón!
Dueño de este rocío
la mentira fue forrada
y ahora yace arrebolada
en los discursos del río.
XVI
Viruta de platabanda
las alas del pectoral,
en la sacristía ya anda
el espíritu del mal,
con campanillas desbanda
un tumulto desigual,
el terror ya residual,
fuera de toda condena,
sigue como un alma en pena
la más triste bacanal.
XVII
En la roca desespera,
cortada por el helecho,
allí solitario impera
la espuma de un blanco lecho
que sigue en eterna espera
de dos espaldas lunares,
llenas de anclas abisales
y quitasol de cipango.
Con pasos lentos de tango
el ciclón en los maizales.
XVIII
La voz se rompió el alcor
solitario se perdió,
fue más grande que el terror,
la espina dorsal sintió
lenta como un estertor
que en la ventana de olvido,
signos donde está perdido,
un extraño caminante
que se acercó tan gigante
y en lo blanco fue hundido.
XIX
Borrando la comprensión
de una alegre juglaría,
los intrumentos del día
tiran, rompen su acordeón
y su compás que medía
media esfera y media espira.
Ya se levanta y expira
cerca del césped fruncido
y va quedando dormido
en la noche de la pira.
XX
Un chispazo mineral
separa las dos alcobas,
como si al cubrir las ovas
se derramase la sal
burlando los rompeolas
que bifurcan ola y ala
en el centro de la sala
donde sonríe el acuario
la teoría de un planetario
que el fuego callado exhala.
XXI
El dueño de la corneta,
el infante bien nacido,
la sangre y allí fue herido
al quitarse la careta
ráfaga del sin sentido,
gritando desde el trasfondo
el último cante jondo
que en espirales se pierde.
Aviva la sangre al verde
desde el matiz hasta el fondo.
XXII
Rompiendo la donosura
y acabando con la iguana,
buscando otra hermosura
más alada y más humana,
que en el vacío murmura
del caos y de los vientos
que borran los juramentos
que siguen astro por astro,
ya van recreando el rastro,
pegando en la cola al viento.
XXIII
Une la casa cercana
con el lejos de la ola,
el oído en caracola
reinaugura la mañana,
blanca arena en tarsa cola.
El retrato, un garabato,
polémico caricato,
se va destiñendo el sobre,
quedando en placa de cobre
el maullido de un gato.
XXIV
Viene la noche irónica
con remedos de botín,
al pasar un serpentín
se muestra aún pletórica.
La noche cae al confín
como si fuese una larva,
más escarba y más escarba.
Al penetrar con su lanza,
como una esperanza parva
al ciego de bienandanza.
Abril y 1972
VI
En el hotel se inmiscuye
el patio con algarrobo
la noche que restituye
un caracol y un lobo,
después la noche concluye
su obertura, lo que queda
en la mañana de seda
brinca como un tornasol.
Guardarropía del sol
con el plumaje de Leda.
VII
Con la vejiga nadante
digo la respiración,
recupera ya el andante,
y no suda en el balcón
sueños de un febricitante
que fulmina un comentario.
Rebrillos del lapidario
en la mañana escondido,
y así entona sumergido
el ojo del lampadario.
VIII
El brillo, el metal, aurora
que vuelve al metal hervor
una hilacha de fulgor
rota al centro por la prora,
el pañuelo, el decidor
en su mejor elegancia,
va diciendo la fragancia.
Es la función del anzuelo,
tirar un pescado al cielo,
llenar de azul la distancia.
IX
Miró al través de una reja
una luz que se bifurca,
por encima de la teja
salta, como una trifulca,
un bulto que no nos deja.
Les disparamos venablos
a los diversos retablos
con figurillas de cera,
un buen olor nos espera,
ya se fueron los mil diablos.
X
Músico sin instrumento
girasol sin rumbo al sol,
terso y plano caracol
caminando contra el viento.
Risotas para un lamento
mueve su cola al revés,
es paradoja tal vez
ver un cielo en la bombilla.
Gracias de la cochinilla
en un pezón al revés.
XI
El patio del corralón
baila tijeras inciertas,
están siempre recubiertas
de un cegato pañolón.
Así en fila, descubiertos
van pasando en extramuros
un desfile de canguros.
Como un atlas de lo informe,
la noche entera deforme
y el rezo de los Dioscuros.
XII
Existe aquí un doblaje,
el tesón del brazo duro
que recurva en el boscaje
como un carrusel maduro,
o la cinta del lenguaje
cuando procura encubrir,
más que todo desdecir
el choque de verbo y aire,
como la pluma al desgaire
hace imposible mentir.
XIII
Canoro y métrico coro
en los puntales del día,
una raya como un oro,
tortuga del mediodía
y un clarinete sonoro;
al lastimarse la quilla,
con la presión la rodilla
cubre seda al calamar,
trenzado al fondo del mar,
peluquín sobre una silla.
XIV
Alrededor de una paila,
un tridente sacamuelas
enreda las entretelas
donde un gnomo vuelve y baila
tijereteando las telas.
Sentado sobre un castaño
aparece cada año
este gnomo y este arquero
tiran sobre un minutero
que a sí mismo se hace daño.
XV
La mentira se rompió,
una parte voló al cielo
y a sí misma se entendió
forjar como un caramelo.
¡Magna interpretación
a la altura del balcón!
Dueño de este rocío
la mentira fue forrada
y ahora yace arrebolada
en los discursos del río.
XVI
Viruta de platabanda
las alas del pectoral,
en la sacristía ya anda
el espíritu del mal,
con campanillas desbanda
un tumulto desigual,
el terror ya residual,
fuera de toda condena,
sigue como un alma en pena
la más triste bacanal.
XVII
En la roca desespera,
cortada por el helecho,
allí solitario impera
la espuma de un blanco lecho
que sigue en eterna espera
de dos espaldas lunares,
llenas de anclas abisales
y quitasol de cipango.
Con pasos lentos de tango
el ciclón en los maizales.
XVIII
La voz se rompió el alcor
solitario se perdió,
fue más grande que el terror,
la espina dorsal sintió
lenta como un estertor
que en la ventana de olvido,
signos donde está perdido,
un extraño caminante
que se acercó tan gigante
y en lo blanco fue hundido.
XIX
Borrando la comprensión
de una alegre juglaría,
los intrumentos del día
tiran, rompen su acordeón
y su compás que medía
media esfera y media espira.
Ya se levanta y expira
cerca del césped fruncido
y va quedando dormido
en la noche de la pira.
XX
Un chispazo mineral
separa las dos alcobas,
como si al cubrir las ovas
se derramase la sal
burlando los rompeolas
que bifurcan ola y ala
en el centro de la sala
donde sonríe el acuario
la teoría de un planetario
que el fuego callado exhala.
XXI
El dueño de la corneta,
el infante bien nacido,
la sangre y allí fue herido
al quitarse la careta
ráfaga del sin sentido,
gritando desde el trasfondo
el último cante jondo
que en espirales se pierde.
Aviva la sangre al verde
desde el matiz hasta el fondo.
XXII
Rompiendo la donosura
y acabando con la iguana,
buscando otra hermosura
más alada y más humana,
que en el vacío murmura
del caos y de los vientos
que borran los juramentos
que siguen astro por astro,
ya van recreando el rastro,
pegando en la cola al viento.
XXIII
Une la casa cercana
con el lejos de la ola,
el oído en caracola
reinaugura la mañana,
blanca arena en tarsa cola.
El retrato, un garabato,
polémico caricato,
se va destiñendo el sobre,
quedando en placa de cobre
el maullido de un gato.
XXIV
Viene la noche irónica
con remedos de botín,
al pasar un serpentín
se muestra aún pletórica.
La noche cae al confín
como si fuese una larva,
más escarba y más escarba.
Al penetrar con su lanza,
como una esperanza parva
al ciego de bienandanza.
Abril y 1972
martes, 4 de septiembre de 2012
lunes, 3 de septiembre de 2012
No swan so fine [Marianne Moore]
"No water was so still as the
dead fountains of Versailles." No swan,
with swart blind look askance
and gondoliering legs, so fine
as the chinz china one with the fawn-
brown eyes and toothed gold
collar on to show whose bird it was.
Lodged in the Louis Fifteenth
candelabrum-tree of cockscomb-
tinted buttons, dahlias,
sea-urchins, and everlastings,
it perches on the branching foam
of polished sculptured
flowers--at ease and tall. The king is dead.
La biblia en España [George Borrow]
"Siempre he encontrado en el ánimo de los campesinos más determinada inclinación a la religión y a la piedad que en los habitantes de las ciudades y villas; la razón es obvia: aquéllos están menos familiarizados con las obras de los hombres que con las de Dios; sus ocupaciones, además, son sencillas, no requieren tanta habilidad o destreza como las que atraen la atención del otro grupo de sus semejantes, y son, por tanto, menos favorables para engendrar la presunción y la suficiencia propia, tan radicalmente distintas de la humildad de espíritu, fundamento verdadero de la piedad. Los que se burlan de la religión y la escarnecen, no salen de entre los sencillos hijos de la naturaleza; son más bien la excrecencia de un refinamiento recargado, y aunque su influjo pernicioso llega ciertamente a los campos, y corrompe con ellos a muchos hombres, la fuente y el origen del mal está en los grandes centros, donde la población se apiña y donde la naturaleza es casi desconocida. No soy de los que van a buscar la perfección humana en la población rural de ningún país; la perfección no existe en los hijos del pecado, dondequiera que residan; pero mientras el corazón no se corrompe, hay esperanza para el alma, porque hasta Simón Mago se convirtió. Pero una vez que la incredulidad endurece el corazón, y la prudencia según la carne refuerza la incredulidad, hace falta para ablandarlo que la gracia de Dios se manifieste con exhuberancia desusada, porque en el libro sagrado leemos que el fariseo y el mago llegaron a ser receptáculos de gracia; pero en ninguna parte se menciona la conversación del burlón Saduceo; ¿y qué otra cosa es un incrédulo moderno más que un Saduceo de última hora?"
domingo, 2 de septiembre de 2012
To my dear and loving husband [Anne Bradstreet]
If ever two were one, then surely we.
If ever man were loved by wife, then thee;
if ever wife was happy in a man,
compare with me, ye women, if you can.
I prize thy love more than whole mines of gold
or all the riches that the East doth hold.
My love is such that rivers cannot quench,
nor ought but love from thee, give recompense.
Thy love is such I can no way repay,
the heavens reward thee manifold, I pray.
Then while we live, in love let's so persevere
that when we live no more, we may live ever.
If ever man were loved by wife, then thee;
if ever wife was happy in a man,
compare with me, ye women, if you can.
I prize thy love more than whole mines of gold
or all the riches that the East doth hold.
My love is such that rivers cannot quench,
nor ought but love from thee, give recompense.
Thy love is such I can no way repay,
the heavens reward thee manifold, I pray.
Then while we live, in love let's so persevere
that when we live no more, we may live ever.
-1678-
sábado, 1 de septiembre de 2012
Madrigal [Lezama Lima]
El tallo de una rosa se ha encolerizado con las avispas
que impedían que su cintura fuese y viniese con las mareas
cuando estaba tan tranquila en las graderías de un templo
y un marinero llamado por la palabra marea
se ha unido a los clamores de alfileres sin sueño
y le ha dado un fuerte pellizco al tallo de una rosa
lo que no merecía lo que no alcanzaba en su sonrisa
en su cítara en su respiración tornasolada
la cólera de un marinero
mil manos que se alzaban en el remedo de un beso
en esta pirámise de besos
para que en lo alto más despacio más pañuelo más señorita
una rosa una rosa
que no puede aislar ni unas cuantas avispas encolerizadas
que la han vencido que se le han pegado tenazmente a los flancos
y ya son ramita entre dos recuerdos.
Desconchamiento de lunas que no vienen
sus escamas de otoño
pero el niño que se ha quedado detenido frente a los encantamientos
de un caballo blanco
se apresura en su dulce memoria de lunares
a evocar sus regalos para ingresar en la nieve
entre dos recuerdos de aire pulsado entre dos conchas
que recorren un hilo de sienes de sien a sien
como entre dos recuerdos
un dedo besado atormentado desnudado
una muchedumbre de Perseos enlunados
que esperan a los más crecidos cazadores de medianoche
porque ha llegado el día que no se alcanza con media docena de cítaras
redondas espinas siempre festón de nieve enhebrado
que se adelantan con la crecida del aire
de dos conchas entre dos recuerdos
entrecortados silbidos en las graderías de un templo
hasta el instante en que es la sangre de hoy
hojas del recuerdo en las ventanas de las joyerías
ojos que miran cómodamente la avispa mordiendo el tallo de una rosa
para negártelo en el aire guante fronda lenta flauta
la misma rosa que ha inclinado su frente para recoger tu pañuelo
y esconderlo hasta que pasen los cazadores de medianoche.
que impedían que su cintura fuese y viniese con las mareas
cuando estaba tan tranquila en las graderías de un templo
y un marinero llamado por la palabra marea
se ha unido a los clamores de alfileres sin sueño
y le ha dado un fuerte pellizco al tallo de una rosa
lo que no merecía lo que no alcanzaba en su sonrisa
en su cítara en su respiración tornasolada
la cólera de un marinero
mil manos que se alzaban en el remedo de un beso
en esta pirámise de besos
para que en lo alto más despacio más pañuelo más señorita
una rosa una rosa
que no puede aislar ni unas cuantas avispas encolerizadas
que la han vencido que se le han pegado tenazmente a los flancos
y ya son ramita entre dos recuerdos.
Desconchamiento de lunas que no vienen
sus escamas de otoño
pero el niño que se ha quedado detenido frente a los encantamientos
de un caballo blanco
se apresura en su dulce memoria de lunares
a evocar sus regalos para ingresar en la nieve
entre dos recuerdos de aire pulsado entre dos conchas
que recorren un hilo de sienes de sien a sien
como entre dos recuerdos
un dedo besado atormentado desnudado
una muchedumbre de Perseos enlunados
que esperan a los más crecidos cazadores de medianoche
porque ha llegado el día que no se alcanza con media docena de cítaras
redondas espinas siempre festón de nieve enhebrado
que se adelantan con la crecida del aire
de dos conchas entre dos recuerdos
entrecortados silbidos en las graderías de un templo
hasta el instante en que es la sangre de hoy
hojas del recuerdo en las ventanas de las joyerías
ojos que miran cómodamente la avispa mordiendo el tallo de una rosa
para negártelo en el aire guante fronda lenta flauta
la misma rosa que ha inclinado su frente para recoger tu pañuelo
y esconderlo hasta que pasen los cazadores de medianoche.
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