¿Lo que se puede tocar?
Una ruina, o una idea de lo que fue,
Tacto, un monumento.
Tengo, como un alma,
muchísimos dedos en cada mano,
en cada mano, sabiendo
cada momento,
“podría perderlos”.
Soy una piel estirada
sobre una importante superficie
del mundo.
Voy a tocarte, Tacto,
con esta mano normal a la luz del día, y voy a cerrar los ojos
para saber si es cierto. Si acierto
con el centro, no es cierto. Si no,
sigo tentando, con la esperanza
de quien tiene ganas de perderla.
Hace tiempo, vi a alguien
que sostenía en la mano, parada,
a su hija de diez meses. Me pareció
en ese momento, que tenía tacto
suficiente para mantener erguido algo
de la esperanza suya, con esos pocos dedos
empalmados suyos.
De su yo.
Soy un momento sostenido
en una Importante Superficie del Mundo.
Una superficie cultivada
y cultivada, sin año sabático
para las células, las pobres del tacto.
MIRTA ROSENBERG