gota a gota
y vas guardando el rastro
de mi razón y de mi sinrazón
como una larga cicatriz que apenas
se verá, cuando el cuerpo esté dormido
en el discurso de sus destrucciones.
Tal vez mejor hubiera volcado en una copa
toda tu esencia, y haberla arrojado
en una sola página, manchándola
con una sola estrella verde
y que sólo esa mancha hubiera sido todo
lo que escribí a lo largo de mi vida,
sin alfabeto no interpretaciones:
un solo golpe oscuro
sin palabras.
-Las manos del día (1967-1968)