a muchos distantes, y ahora
me gustaría recoger
el hilo de aquellos adioses,
volver a ver ojos perdidos.
No sé si a todos les conviene
mi melancolía de hoy:
estoy dispuesto a repartirla
en pequeños granos redondos
alrededor del campamento,
en las rodillas del camino.
Quiero ver si crece la pena,
las flores de la incertidumbre,
la indecisión apesarada:
quiero saber de qué color
son las hojas del abandono.
Cuando un día te mira el sol
como un tigre desde su trono
y quiere obligarte a vivir
su condición voluntariosa,
recibo una racha lunática,
me desespero de sombrío,
y cuando menos lo esperaba
me pongo a repartir tristeza.
-Fin de mundo (1968-1969)